miércoles, noviembre 01, 2006

Conservacion y Agricultura ¿Compatibilidad posible?

Los urgentes esfuerzos de conservación a realizar en la ecorregion mediterránea de Chile (mal denominada ecorregion del matorral chileno), pasan necesariamente por un replanteamiento en la estrategia de intervencion de territorio, distinta a aquellas practicadas tradicionalmente para áreas del país menos pobladas e intervenidas. Es necesario, bajo una nueva mirada, desarrollar metodos y prácticas que fuera del rango de la "tiranía de las palabras y de los prejuicios", permitan coexistir en un mismo territorio de gradientes bióticas y abióticas, los urgentes esfuerzos de conservación con los necesarios ajustes de continuidad y mejoramiento de las actividades de uso sostenible, que por mucho, se han establecido y desarrollado en la zona central del país. No somos acaso también parte de eso que denominamos naturaleza.

lunes, octubre 23, 2006

Presion inmoboliaria

Digna de preocupación es la situación de avance inmobiliario que irrumpe en los sectores altos del gran Santiago, como La Dehesa, La Reina, Peñalolén y La Florida, entre otras comunas periféricas. ¿Cuáles son las consideraciones que los planes reguladores comunales e intercomunales están teniendo respecto de índices de constructibilidad y conservación de atributos naturales? ¿No es de suponer que uno de los parámetros relevantes de un país que busca ser desarrollado, es la calidad de vida de la vivienda y sus entornos?

Salvo contadas situaciones eco-inmobiliarias, es una temática que silenciosamente prosigue su labor especulativa...justamente "vendiendo naturaleza".

domingo, agosto 27, 2006

Areas Silvestres Protegidas de Propiedad Privada: ¿nuevas barreras?

A la dificultad actual de contar con un reglamento para la creación oficial de áreas silvestres protegidas de propiedad privada, según lo señala el artículo 35 de la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, y de la subutilización de la figura "Santuario de la Naturaleza" por parte de muchos privados interesados en proteger, hoy se suma una iniciativa presentada por los senadores Frei y Páez, a través de la cual proponen limitar la extensión máxima de los parques privados creados por alguna de la figuras legales antes señaladas.

Dicha limitación, operaría sobre la afectación de aquellos nuevos "parques privados" destinados a la preservación de la naturaleza de modo que no superen el 20% de la superficie de una comuna ni el 15% de una provincia.Según los Senadores, la moción se funda en “la necesidad de que este tipo de proyectos, por muy loables que sean, no terminen despoblando parte importe de una región o afecten otros legítimos derechos de los connacionales que habitan esa zona”. Así, “una norma de este tipo permitiría la creación de parques privados, evitando llegar al extremo de que, a través de ellos, se atente contra las políticas públicas de colonización que desarrolla el Estado". En definitiva, recalcan “la necesidad de adecuar la actual legislación, con el fin de armonizar la creación de parques privados, con otros intereses públicos y proteger los derechos de los habitantes de las zonas donde se quiere que estos parques privados se establezcan”.

Si bien es cierto, los argumentos emitidos para la moción en comento, pueden ser válidos en el sentido de que la afectación de nuevas áreas de protección de la naturaleza debe realizarse en el contexto de una gestión ambiental del territorio - incluyente - su aprobación e implementación puede también resultar compleja, desde la perspectiva de lograr otra de las metas de política pública establecida por el Estado de Chile, cual es "lograr la puesta bajo protección de al menos el 10% de los ecosistemas relevantes del país".

Conocido es el hecho de que gran parte de la superficie de los sitios prioritarios para la conservación de la diversidad biológica se encuentra en dominio privado. Esto se traduce en un dificultad de que el propio Estado a través del SNASPE, logre avanzar significativamente en la meta antes indicada. Por ello, se hace del todo necesario ajustar el cuadro de limitaciones, pero también de incentivos a la creación de nuevas áreas protegidas, esta vez, de propiedad privada.Lo relevante entonces, es no tan sólo ver los argumentos para el fortalecimiento de una política de Estado (colonización, acceso, desarrollo), sino que el conjunto de ellas, de modo tal de abordar decisiones legislativas y ejecutivas de este tipo, con la mejor información desde todos los ámbitos.

viernes, mayo 19, 2006

Win Win Ecology: paltos, viñas y bosques

"Aun es tiempo. Hay buenas razones para creer que la civilización no requiere destruir las especies de la faz de la Tierra. El truco es aprender cómo compartir nuestros espacios con otras especies. Si logramos hacerlo, a futuro no nos encontraremos privados de nuestros parientes, las plantas y los animales, y no estaremos esperando visitas extraterrestres para que nos hagan compañía” Así inicia Michael L. Rosenzweig el preámbulo de su libro "Win Win Ecology. How the Earth's Species can Survive in the Midst of Human Enterprise" (2003).

Rosenzweig señala que el destino de la diversidad biológica planetaria dependerá en gran medida de cómo seamos capaces de rediseñar y manejar los paisajes culturales, de modo tal que éstos puedan brindar un apoyo de tipo funcional a los tradicionales esfuerzos de conservación de biodiversidad que se realizan en los sistemas de áreas silvestres protegidas.

Resultaría muy interesante aventurarse en dicho planteamiento ("Ecología de la Reconciliación"), en términos de impulsar en Chile central, escenarios de conservación in situ (áreas silvestres protegidas) en integración con buenas prácticas de manejo en la "matriz productiva". Lo anterior, no sin además seguir esforzándonos fuertemente en la creación de nuevas áreas silvestres protegidas del Estado (SNASPE) donde resulte altamente prioritario.

Sin lugar a dudas todo un reto, especialmente si sabemos cuán representadas se encuentran estas formaciones vegetales en el SNASPE (sólo un 2% de su superficie total). Ausentes del Sistema están entre otras formaciones mediterráneas, el Matorral Espinoso de las Serranías, el Bosque Espinoso Abierto, el Matorral Espinoso de la Cordillera de la Costa y el Bosque Esclerófilo Maulino. Con menos de un 5% de su superficie total representada se encuentran entre otros; el Matorral Espinoso del Secano Costero e Interior y el Bosque Esclerófilo Costero.

De Bosques, Matorrales, Paltos y un Buen Vino

Actualmente en el tapete está la discusión en torno a la posibilidad de habilitación agrofrutícola sobre ciertas situaciones "degradadas" de bosque esclerófilo.

Al respecto, interesante es revisar y seguir el caso que toma lugar en California, EE.UU. sobre un conflicto similar; la habilitación vitivinícola en áreas de distribución natural de roblerías (Oak woodlands). Un comité formado por propietarios privados, agencias de gobierno, científicos y ONG's está recientemente iniciando un trabajo, en un lugar que pudiera parecer a primera vista, inverosímil; los paisajes de viñedos de Napa y Sonoma, en California. Inverosímil, porque no se pensaba que en tal territorio - con altos niveles de conflictos de intereses (empresarios vs conservacionistas) - se pudiera plantear una lógica de ecología de reconciliación. Hoy, ambos sectores están sentados en torno a la misma mesa.

Dicho lo anterior, en varias oportunidades me he planteado la necesidad de revisar y trabajar este concepto, bajo una aplicación real. ¿Será posible?, ....me surge la duda, pero creo que al menos debemos intentarlo. ¿Porque no?

.....Casablanca, el Maipo, Cachapoal y el Tinguririca, y lo que va quedando de sus bosques, nos esperan.

martes, mayo 16, 2006

"Valorización": ¿valor o fragilidad?

Advierten peligro de extinción de bosques del Mediterráneo. El vínculo entre la industria del vino y la conservacion de habitats del lince y el aguila ibéricos.

Aunque no se trata de un caso chileno, el siguente artículo contiene numeradores y denominadores comunes, que quizas a la inversa, me hicieron recordar nuestro dilema agrícola-esclerófilo. Me pareció interesante compartir este artículo. !Hay que darle vueltas al asunto!

Hasta tres cuartas partes de los bosques de alcornoques del Mediterráneo podrían desaparecer de aquí a diez años por culpa de la tendencia a sustituir los tapones de corcho por otros de plástico o por chapas en las botellas de vino.Así lo señala hoy el diario británico The Independent, que recoge un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), según el cual la fuerte caída de la demanda de corcho pone en peligro esos bosques, que constituyen un importante hábitat para especies como el lince y el águila ibéricos o el buitre negro.

En ese hábitat pueden darse además hasta 135 especies vegetales distintas por metro cuadrado, muchas de las cuales tienen usos aromáticos, culinarios y medicinales, señala el estudio.Además se perderán unos 62.500 puestos de trabajo en esa industria, advierte la organización, según la cual esos bosques se exponen a una crisis medioambiental y económica si no se toman medidas urgentes.Si continúa esa tendencia, tan sólo cinco por ciento de las botellas de vino que se vendan en Gran Bretaña en 2015 llevarán tapones de corcho, señala el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Según un informe citado por The Independent, entre los años 2000 y 2005, el porcentaje de botellas de vino provistas de tapón de corcho ha caído en 18 por ciento, lo que supone una pérdida de 3.000 millones de tapones de un mercado de 15.000 millones.El WWF advierte de que la caída del mercado del corcho podría obligar a cerrar muchas pequeñas empresas familiares españolas, portuguesas o francesas con la consecuencia de que muchos de esos árboles se verán abandonados o arrancados de cuajo.El Foro Mundial para la Naturaleza advierte de que ello puede resultar a su vez en incendios, sequía y desertización.

Fuente: La Tercera, martes de 16 de mayo de 2006.

viernes, febrero 17, 2006

Biodiversidad Forestal: Chile frente a......nosotros mismos

Frente al reciente artículo "Biodiversidad Forestal: Chile frente al mundo" publicado en la edición del día Lunes 30 de Enero de 2006 de la Revista del Campo de El Mercurio, desde otra perspectiva, quisiera expresar mi opinión en torno a la conclusión a la que llega el autor del artículo en comento, i.e. la "buena senda" que actualmente estaría siguiendo el país en relación a los bosques.

1. Introducción

Si basados en el reciente informe FAO sobre Biodiversidad Forestal, comparamos la situación de Chile con la de otros países en el mundo, en términos de solo dos indicadores; ha bosque/habitante y % de bosques protegidos en Áreas Protegidas (AP), efectivamente por una cuestión aritmética puede que salgamos "bien parados" y podamos decir que la situación del bosque en Chile no es crítica[1].

Sin embargo, parece ser que un análisis de este tipo no es del todo completo, al menos en términos de arribar a un planteamiento de situación crítica del bosque. Lo anterior, ya que por el contrario, son muchos los factores, enfoques y escenarios que es preciso considerar y analizar para ello, mas allá de solamente ambos indicadores.

Hoy el bosque en Chile representa una inmensa oportunidad económica y social (latente) para una gestión multipropósito que conlleve a la preservación, conservación y uso sustentable (dinámico) de los recursos naturales y de su biodiversidad asociada, mas la generación de otros servicios ambientales y culturales.

2. Que nos dicen las cifras, los sectores y las tendencias

La Misión Haig del año 1944 – el primer catastro forestal en el país – determinó que en Chile existían 16,2 millones de há. de recursos forestales; 7,1 millones de há. de bosques nativos; 8,9 millones há. de “montes” nativos (woodlands) y 144 mil há. de plantaciones forestales.

Por su parte, las cifras del Catastro del Bosque Nativo del año 1997, señalan que Chile hoy cuenta con unas 15,5 millones de há. de bosques.

Según Araya (2005), a partir del análisis temporal entre ambos catastros, dos conclusiones serían las mas relevantes: i) el principal problema de los bosques durante la segunda mitad del siglo XX no fue la pérdida en cantidad, sino su pérdida en la calidad, y ii) que ha habido un potente (y poco apreciado) proceso de recuperación natural de los bosques (asimilable en extensión - según el citado autor - a la Región del Maule).

De esta manera, más que políticas de fomento a la forestación (las actuales), la atención debiera centrarse en el establecimiento y desarrollo de una Política de Bosques, mas integral, y que acuda en la dirección de la conservación y manejo de nuestros bosques naturales, incluyendo entre sus tópicos por cierto a la forestación como instrumento de lucha contra el avance de la desertificación.

Efectivamente, de acuerdo al Catastro del Bosque Nativo (1997), hoy contamos con 15,5 millones de há de bosque en Chile. Unas 13,4 millones de há. corresponden a bosque nativo (sin incentivos a su conservación y manejo) y otras 2,1 millones de há. a plantaciones, a las cuales podemos sumar superficies anuales de forestación (con especies exóticas), a tasas de 30.000 há/año e impulsadas principalmente bajo la legislación de fomento (Ley 19.651/98; DL 701/74) y los programas de bonificación y créditos de enlace (Indap y BancoEstado) para ampliar la forestación, particularmente en predios de pequeños propietarios.

Pero, ¿qué podemos decir sobre dicha cobertura total de bosques?, y a partir de ello, ¿qué podemos comprender como escenario crítico del bosque en Chile, más aún si a este análisis agregamos la cualidad de “biodiversidad forestal”?

a) En términos de biodiversidad forestal, es preciso discriminar “qué es qué” del total de 15,5 millones de há. de bosques en Chile.

Se debe diferenciar entre bosques frontera[2], bosque nativo adulto intervenido, bosques secundarios y plantaciones forestales. Ello por cuanto no cabe la misma consideración de diversidad biológica forestal para cada uno de ellos. Los niveles de deriva (o inclusión) génica - sea por una cuestión de dinámica natural o por intervención antrópica – implican diferencias de diversidad biológica en cada uno de ellos.

El informe mundial sobre Bosques Frontera (Bryant, Nielsen y Tangley, 1997) señala que Chile aporta el 1% de los bosques frontera del mundo, con 1.620.000 ha. de superficie. De igual modo ubica a nuestro país como uno de aquellos países cuyos bosques frontera “no dejarán de retroceder en el tiempo” si no se desarrollan acciones adicionales de conservación (tal es el caso de países como Argentina, Nueva Zelandia, China, Estados Unidos, Ecuador, Bolivia y Perú). En todo caso, se nos sitúa en el último lugar de dicho ranking, acercándonos mas bien, a la lista de países que “dando una custodia adecuada” tienen una gran chance de mantener la mayor parte de la superficie de su bosque frontera (Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Rusia, Venezuela y Brasil). En tal sentido, la situación de nuestro país, respecto de los bosques frontera que poseemos, es mas bien una oportunidad y según el reporte nos estaríamos en “el límite” del riesgo (on the edge).

En el caso de las plantaciones, por cuanto se trata en su mayoría de extensiones forestadas con especies exóticas con fines madereros, tal superficie no sería automáticamente agregable a un indicador de “biodiversidad forestal”. De realizarse dicha sumatoria, ésta debiera ponderarse de manera distinta, con menor valor que la de los bosques naturales. Esto por cuanto, la riqueza florística, los endemismos y las singularidades son condiciones deficitarias de las extensiones plantadas intensivamente (monocultivos forestales) en relación a los bosques naturales. Ahora bien, cuando tales singularidades existen en plantaciones, éstas se albergan - y en la medida que se impacten poco- en su sotobosque, su suelo, sus cursos de agua y en sus bosques naturales intercalados en quebradas y parches, etc.

Lo anterior, en consecuencia, no implica un aporte nulo de “biodiversidad forestal” por parte de las plantaciones[3] forestales, pero si una debida consideración del real aporte que hacen o que pueden llegar a hacer a este respecto.

Gran parte de las hoy 2,1 millones de há. de plantaciones con especies exóticas de rápido crecimiento se encuentran certificadas (420 mil há. FSC; 1.600 mil há. CERTFOR[4]). Lo anterior equivale a decir que dicha superficie se encuentra sometida a régimen de manejo forestal sostenible, orientado básicamente a la producción maderera.

Es preciso (y es posible) entonces, seguir avanzando en esquemas de manejo de mayor integración y compatibilidad entre establecimiento / explotación forestal de plantaciones con opciones de conservación / uso sostenible de la diversidad biológica forestal (manejo del sotobosque, establecimiento de corredores, planificación extensiva de cosechas, sectores de exclusión, etc).

b) Unas 3,9 millones de há. de bosque nativo se encuentran al interior de unidades del Sistema Nacional Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE).

Sin duda que se trata de una superficie importante para el país. No obstante, la mayor parte de dicha extensión (un 84%) se concentra en las regiones de Aysén y Magallanes (Benoit, 2005), revelando una subrepresentación de la biodiversidad forestal de ecosistemas de bosques mediterráneos y transicionales hacia los bosques templados siempreverdes del sur de Chile.

Así, para el caso de los bosques, de las 85 formaciones vegetacionales descritas por Gajardo (1983), 16 no se encuentran representadas en el SNASPE (4 boscosas[5]) y otras 35 formaciones (15 boscosas[6]) cuentan con una representación inferior al 5%.

Esto devela que parte importante de la “biodiversidad forestal” de un área tan relevante como la Ecorregión de los Bosques de Lluvia Invernal (Dinerstein et al., 1995) y el Hotspot de Chile Central, (Myers et al., 2000), que alberga una importante, presionada, fragmentada y aún muy poco conocida biodiversidad en sus bosques transicionales[7], tiene un bajo porcentaje de protección en áreas protegidas, y menos aún, cuenta con un manejo forestal sostenible (MFS) para la obtención de bienes y servicios, que pudiera cautelar de alguna manera dicha diversidad biológica.

En consecuencia, existiendo en términos absolutos un porcentaje importante de protección de bosques (cercano al 30%), dicha extensión se encuentra muy concentrada en ciertos tipos de ecosistemas boscosos (sur-australes), con una clara falencia de cobertura en otros tipos, aquellos que incluso son de una mayor riqueza desde el punto de vista de su singularidad y endemismos.

El escenario anterior se torna aún más complejo e incierto, en la medida de que estemos conscientes de que sólo consideramos los datos disponibles (Gajardo, 1983), los cuales hacen referencia a las características fisionómico-estructurales (actuales) de la vegetación. Así, no estamos considerando información cuya racionalidad y enfoque estén más próximos al reflejo de la diversidad biológica, bajo consideraciones tanto de fidelidad y constancia entre especies de flora para una misma asociación vegetal (comunidad) al interior de una formación (fitosociología[8]) , como de su historia de origen y evolución común (biogeografía; elemento florístico).

c) Que en los últimos años nuevas AP de propiedad privada, aún sin reconocimiento oficial del Estado, se han autodenominado como áreas protegidas. Importante, porque devela un interés de los privados en conservar.

Muchas de estas áreas (gran parte) se sitúan “bajo la bandera de la protección de los bosques”, y especialmente se concentran en la ecoregión valdiviana, donde se encuentra parte importante de los bosques ya representados en el Sistema (estatal), al menos en la Cordillera de los Andes.

Todo lo anterior es relevante, pero inorgánico, poco eficaz y poco eficiente en la medida de que tales esfuerzos (loables por cierto) no se establezcan sobre una plataforma sistémica de carácter nacional[9].

d) Si bien como país hemos avanzado en la instalación inicial de la temática de áreas protegidas (áreas protegidas privadas, Estrategias Regionales de Biodiversidad y Sitios Prioritarios) y que contamos con una Política Nacional de AP[10] que establece un marco de acción sobre el cual ir avanzando en los próximos años, este es sólo el punto de partida, y no es la receta única para el sostenimiento y mejoramiento del bosque natural en Chile. Se requiere además, de una política de aprovechamiento racional de este recurso, tanto consuntivo como no consuntivo. Un impulso real al Manejo Forestal Sostenible (MFS), bajo una Política de Bosques, con instrumentos concretos, eficaces, eficientes y adecuados.

Junto a las áreas protegidas, una de las aristas más relevantes de dicha Política, guarda relación con el aprovechamiento racional del bosque para la obtención de madera. En tal sentido, podemos decir que Chile cuenta con aproximadamente 5,8 millones de há de bosque nativo potencialmente productivo (3,4 millones de há de bosque adulto y 2,4 millones de há de renovales). Gran parte de este recurso, tiene problemas de edad y calidad que limitan severamente su utilización desde el punto de vista maderero. Así, más allá de los bosques protegidos, en la actualidad gran parte de los bosques (aquellos potencialmente productivos) son utilizados para la obtención de leña (6 – 8 millones de m³ anuales) o simplemente se encuentran abandonados. Esta situación se debe en parte a problemas económico-estructurales tales como; la inexistencia de mercados estables para los productos forestales, el considerable nivel de capital de trabajo requerido y la carencia de información precisa sobre el desarrollo de bosques naturales manejados (Laroze, 2005).

En paralelo, las externalidades del bosque nativo generan un conflicto de uso, debido a las diferentes enfoques de rentabilidad social y/o económica que perciben sobre estos ecosistemas los diferentes actores sociales; propietarios, sectores empresariales, ONG’s, ciudadanía en general, etc.

Así, la carencia de un acuerdo nacional sobre una visión y un uso adecuado del bosque en Chile, ha dificultado una mejor comprensión del rol integral que juegan los ecosistemas de bosques. Lo anterior, de manera de establecer (o propender) para sus diferentes expresiones (bosque frontera, bosques productivos, renovales, etc.), los roles mas adecuados y eficaces de conservación y/o uso sustentable.

e) Al alero del actual proyecto de ley sobre “Recuperación y Conservación del Bosque Nativo y Fomento Forestal”, existe una presión importante hacia la sustitución de ciertos tipos escasos de bosques (esclerófilos) minoritariamente representados en la áreas protegidas, para habilitación de cultivos agrícolas.

Si bien sabemos que las laderas de cerro corresponden a tipos de suelos que califican entre clases de capacidad de uso VI y VII, y por tanto no pueden ser arables por el alto riesgo de erosión que ello conlleva, los avances tecnológicos para establecimiento, riego y cosecha de cultivos agrícolas, han abierto la posibilidad a la agricultura de “avanzar a hacia los cerros” (Ipinza, 2004), ello con la consecuente amenaza que esto significa para los bosques allí presentes, en la medida en que éstos sean total o intensivamente sustituidos.

Se proyecta hacia el 2014 unas 67 mil hectáreas adicionales de plantaciones de vides (viníferas y pisqueras). De igual modo se proyecta hacia el mismo horizonte, un incremento en unas 10 mil há. la superficie de cultivos de palta (Persea americana) (ODEPA, 2005). Si bien a partir de estas proyecciones no es posible determinar con exactitud cuales son las nuevas áreas que se incorporarían a la explotación agrícola en tales rubros, una hipótesis probable es que en última instancia ello ocurra a expensas de tierras que en la actualidad tienen un uso más extensivo, tales como tierras en barbecho y descanso, áreas de praderas naturales, y sustitución de algunas áreas de montes con buena exposición y en ausencia de heladas. (ODEPA, 2005).

Así, a falta de una política (de bosques) explícita, bajo un panorama de alta tecnificación agrícola y en un escenario donde el valor $/há de los suelos de ladera es comparativamente bajo y conveniente para los inversionistas; varios de estos incrementos en superficie de habilitación agrícola podrían irrumpir en algunas superficies de montes, como ya se está apreciando en algunos valles de la zona del norte chico y del valle central, afectando a aquellos ecosistemas de bosque menos representados en los subsistemas de áreas protegidas, como los de la zona mediterránea.

Respecto de este punto, es relevante contar con la información científica pertinente y específica que permita discriminar que áreas de montes son aquellas de mayor prioridad de protección en términos de custodiar biodiversidad de carácter singular[11], de manera de establecer en ellas, las limitaciones correspondientes (áreas protegidas por ejemplo) y en los demás sectores, las mejores prácticas silvoagropecuarias, que permitan hacer un uso sostenible del territorio, garantizando así la continuidad de los procesos ecosistémicos, a saber; hábitat de vida silvestre, regulación de la calidad y cantidad del agua, protección del suelo, conectividad del paisaje, y provisión de otros productos y servicios, tales como; leña, agroturismo, etc. Es posible, que dichas “buenas prácticas” requieran una regulación especial, o bien un mecanismo de incentivo (económico o no), que propenda a su incorporación en los esquemas de producción.

3. Conclusiones

a) Es verdad, nuestro país no vive una situación de crisis terminal del bosque bajo la cual no exista ninguna posibilidad de revertir los problemas de degradación y olvido que le aquejan. Dicho escenario, efectivamente no es tal.

Sin embargo, una situación crítica no necesariamente pasa por el hecho que in situ, el bosque y su potencial (biodiversidad) se esté perdiendo a diario, drástica y dramáticamente. Una situación crítica también pasa por el hecho de que como nación, literalmente “no sepamos que hacer con el bosque”, y más aún, no nos pongamos de acuerdo en lo que entenderemos por “bosque” o “ecosistemas de bosque”. Eso es justamente en medio de lo que estamos. ¿no es tal una crisis?

En este contexto, cuando se plantea que "estamos en la senda correcta", se viene a la mente la lata “tramitación” del proyecto de ley de bosque nativo (14 años en el Congreso); la indicación y actual presión agro-frutícola (de facto) sobre el bosque esclerófilo en la zona mediterránea; las amenazas que sufren las especies protegidas como Monumentos Nacionales (Alerce, Belloto, etc); el aprovechamiento indiscriminado de leña[12]; y el escaso conocimiento científico del bosque nativo y de lo que esconde, en términos de conocer claramente su biodiversidad y su potencial, etc.

Dichos argumentos hacen reflexionar - no siendo autoflagelante - en que, respecto de los bosques en Chile, no estamos en la senda correcta. Mas bien estamos en una encrucijada; en una situación difícil, en que no sabemos qué conducta seguir.

b) Uno de los puntos fundamentales , en ”una senda correcta” debiera ser el reconocimiento del bosque como un ecosistema, más que como sólo un recurso natural. Un ecosistema estratégico tanto para la nación como para el nivel global.

c) Otro punto sensible, sería enfocarse en el problema de fondo del bosque en Chile; su calidad y su estado de abandono en términos de las políticas públicas. Esto por cuanto, al parecer la situación de retroceso de los bosques naturales en Chile ha tendido a estabilizarse en torno a un mínimo de superficie anual de pérdida, y por otro lado, habría procesos de regeneración natural de bosques que no son bien apreciados. Así, el balance entre pérdida y regeneración de bosques naturales en Chile, pareciera tender al equilibrio de la superficie total nacional.

De este modo los problemas de fondo por el cual atravesarían los bosques en Chile, serían su pérdida en calidad (depreciación) y su estado de abandono, sea en términos de manejo sustentable como de conservación.

d) De igual modo, en términos de “una senda correcta”, para un planteamiento de biodiversidad forestal, es relevante señalar que no cabría una misma consideración para todas las expresiones del bosque (frontera, adultos intervenidos, renovales, plantaciones, etc). Esto por cuanto, la diversidad biológica presente en diferentes áreas territoriales y en los diversos tipos de bosque, no es homogénea, mas bien tiende a diferenciarse por una cuestión biogeográfica y fitosociológica. En tal sentido, es preciso generar un mejor conocimiento (básico y aplicado) de los bosques en Chile, para la toma de decisiones, tanto para conservación de biodiversidad como para el manejo sustentable de los recursos naturales que éstos albergan.

En este marco, sería importante estudiar y reconocer que tanto los bosques naturales, como las plantaciones, (en su justa medida), pueden incluirse en una gestión funcional[13] de conservación y uso sustentable de la biodiversidad forestal, a nivel de la matriz territorial

e) Un tópico conocido, pero no por ello menos importante de señalar en torno a “ una senda correcta”, es la necesidad de una adecuada representación de todos los ecosistemas de bosque en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado. Esto, especialmente indicado para el caso de los bosques mediterráneos y transicionales de la zona centro y centro-sur del país. Corresponde en tal sentido, el desarrollo de mejores claves de identificación de bosques – como reflejo y muestra representativa de diversidad biológica – frente a la necesidad de toma de decisiones para conservación de biodiversidad en Áreas Protegidas, tanto públicas como privadas, bajo una plataforma sistémica nacional.

f) Dada la posibilidad de aprobación de un proyecto de ley (de bosque nativo), que eventualmente posibilite la sustitución de ciertas áreas de montes (espinosos y esclerófilos) degradados para la habilitación de cultivos agrícolas, es relevante contar con la información científica - pertinente y específica - que permita discriminar cuáles áreas de montes son aquellas de mayor prioridad de protección en términos de custodiar biodiversidad de carácter singular[14]. Lo anterior, de manera de establecer en ellas, las limitaciones correspondientes (áreas protegidas por ejemplo) y en los demás sectores, las mejores prácticas silvoagropecuarias, que permitan hacer un uso sostenible del territorio, garantizando así la continuidad de los procesos ecosistémicos

g) En definitiva, y en torno a los aspectos antes indicados, debiera generarse un gran acuerdo nacional por los bosques en Chile, que se traduzca en una Política (País) de Bosques que incorpore tópicos relevantes, tales como; i) el aprovechamiento racional de madera y leña desde bosques naturales, ii) la forestación de suelos desnudos y/o degradados en la línea de la lucha contra la desertificación, y la protección y recuperación de suelos, iii) la representatividad de ecosistemas de bosque en los subsistemas de áreas protegidas, iv) la funcionalidad de las diversas expresiones de bosque para con las áreas protegidas ya establecidas, y vi) el valor social y cultural de los bosques respecto de las demandas sociales, etc.


En el largo plazo, las consecuencias de no tomar hoy tales decisiones (y sendas), son silenciosas e implacables, y para entonces, de querer revertirlas se requerirá de un alto costo y esfuerzo por parte del país. ¿para qué esperar entonces?

4. Bibliografía

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Notas

[1] La Biodiversidad Forestal en Polonia, como en otros países de Europa central y oriental, se ha reducido en los últimos siglos, aún cuando haya aumentado la cubierta forestal (Unasylva - FAO, 2002).

[2] Bosques frontera son grandes superficies de bosques intactos remanentes, donde se presume no ha habido impacto antrópico.

[3] Se considera que las plantaciones forestales tienen una limitada diversidad biológica, tal vez porque se las compara con los bosques naturales y no con los ecosistemas degradados donde con frecuencia son establecidas (Wilkie, 2002).

[4] Homologado al sello Paneuropeo de Certificación Forestal

[5] Bosque Espinoso Abierto, Bosque Esclerófilo Maulino, Bosque Esclerófilo de los Arenales y Bosque Caducifolio de la Frontera

[6] Bosque Esclerófilo Montano, el Bosque Esclerófilo Costero, el Bosque Caducifolio Maulino, el Bosque Caducifolio de la Montaña y el Bosque Caducifolio de Concepción, entre otros

[7] De origen mixto neotropical y antártico, con las singularidades y endemismos que ello conlleva.

[8] La Fitosociología se ocupa del estudio de las biocenosis desde una perspectiva botánica; es decir, de las comunidades (asociaciones) vegetales, de sus relaciones con el medio y de los procesos temporales que las modifican es a partir del estudio e interpretación de la flora y vegetación (Rivas-Martínez, 1995). Se apoya en el conocimiento del origen, filogenia (formación y encadenamiento de las líneas evolutivas animales o vegetales), biogeografía, distribución y estado actual de las asociaciones vegetales.

[9] Se está dando inicio al proyecto GEF/PNUD PDF-B “Creación de un Sistema Nacional Integral de Áreas Protegidas para Chile” que busca integrar en un solo sistema las iniciativas de protección oficial públicas, privadas, marinas y terrestres.

[10] Aprobada por el Consejo Directivo de CONAMA en sesión de 27 de Diciembre de 2005.

[11] Como por ejemplo las áreas de asociación Acacia caven-Prosopis chilensis. (Gajardo, 2005. Com. Pers.)

[12] El tercer recurso energético más usado en Chile, que genera un flujo aproximadamente de 115 mil millones de pesos/año en torno a las economías locales y campesinas del país

[13] Conectividad de paisaje, producción y regulación de flujos de agua, protección del suelo, etc…

[14] Como por ejemplo las áreas de asociación Acacia caven-Prosopis chilensis. (Gajardo, 2005. Com. Pers.)